miércoles, 13 de marzo de 2013

El pajarito perezoso


Había una vez un pajarito simpático, pero muy, muy perezoso. Todos los días, a la hora de levantarse, había que estar llamándole mil veces hasta que por fin se levantaba; y cuando había que hacer alguna tarea, lo retrasaba todo hasta que ya casi no quedaba tiempo para hacerlo. Todos le advertían constantemente:
- ¡eres un perezoso! No se puede estar siempre dejando todo para última hora...
- Bah, pero si no pasa nada.-respondía el pajarito- Sólo tardo un poquito más que los demás en hacer las cosas
Los pajarillos pasaron todo el verano volando y jugando, y cuando comenzó el otoño y empezó a sentirse el frío, todos comenzaron los preparativos para el gran viaje a un país más cálido. Pero nuestro pajarito, siempre perezoso, lo iba dejando todo para más adelante, seguro de que le daría tiempo a preparar el viaje. Hasta que un día, cuando se levantó, ya no quedaba nadie.
Como todos los días, varios amigos habían tratado de despertarle, pero él había respondido medio dormido que ya se levantaría más tarde, y había seguido descansando durante mucho tiempo. Ese día tocaba comenzar el gran viaje, y las normas eran claras y conocidas por todos: todo debía estar preparado, porque eran miles de pájaros y no se podía esperar a nadie. Entonces el pajarillo, que no sabría hacer sólo aquel larguísimo viaje, comprendió que por ser tan perezoso le tocaría pasar solo aquel largo y frío invierno.
Al principio estuvo llorando muchísimo rato, pero luego pensó que igual que había hecho las cosas muy mal, también podría hacerlas muy bien, y sin dejar tiempo a la pereza, se puso a preparar todo a conciencia para poder aguantar solito el frío del invierno. Primero buscó durante días el lugar más protegido del frío, y allí, entre unas rocas, construyó su nuevo nido, que reforzó con ramas, piedras y hojas; luego trabajó sin descanso para llenarlo de frutas y bayas, de forma que no le faltase comida para aguantar todo el invierno, y finalmente hasta creó una pequeña piscina dentro del nido para poder almacenar agua. Y cuando vio que el nido estaba perfectamente preparado, él mismo se entrenó para aguantar sin apenas comer ni beber agua, para poder permanecer en su nido sin salir durante todo el tiempo que durasen las nieves más severas.
Y aunque parezca increíble, todos aquellos preparativos permitieron al pajarito sobrevivir al invierno. Eso sí, tuvo que sufrir muchísimo y no dejó ni un día de arrepentirse por haber sido tan perezoso.
Así que, cuando al llegar la primavera sus antiguos amigos regresaron de su gran viaje, todos se alegraron sorprendidísimos de encontrar al pajarito vivo, y les parecía mentira que aquel pajarito holgazán y perezoso hubiera podido preparar aquel magnífico nido y resistir él solito. Y cuando comprobaron que ya no quedaba ni un poquitín de pereza en su pequeño cuerpo, y que se había convertido en el más previsor y trabajador de la colonia, todos estuvieron de acuerdo en encargarle la organización del gran viaje para el siguiente año.
Y todo estuvo tan bien hecho y tan bien preparado, que hasta tuvieron tiempo para inventar un despertador especial, y ya nunca más ningún pajarito, por muy perezoso que fuera, tuvo que volver a pasar solo el invierno.
Y colorín colorado este cuento.....se ha acabado.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Llaves que abren casas a los que precisan de tu ayuda


Ayudar a los que lo necesitan es un acto de bondad, solidaridad, amor y a veces de sacrificio que seguramente lo veremos recompensado sintiéndonos más cerca de los demás y de Jesús.
En nuestras calles hay personas que necesitan ayuda.
En nuestro colegio hay compañeros y compañeras que necesitan que les echemos una mano.
En nuestra casa, nuestros padres y hermanos, también desean que les ayudemos.
Debemos esforzarnos en ser más generosos y solidarios. Abramos bien los ojos para ver la realidad que hay a nuestro alrededor y tengamos un corazón sensible a las necesidades de quienes nos rodean.
¿Qué podemos hacer para ser generosos y solidarios?
Seguramente muchos estáis pensando: Yo puedo....
+ Ayudar a los mayores a cruzar la calle.
+  Ayudar a llevar las bolsas del super a alguien.
+ Hablar por teléfono con alguna persona que esté lejos o solo.
+ Visitar más a menudo a nuestros abuelos, que seguro quisieran abrazarnos cada día.
Intentemos realizar a lo largo del día alguna buena acción para con los demás. Pensad que cada una de estas acciones representa una vuelta de la llave que abre la puerta de nuestra casa y de nuestro corazón.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Hay igualdad cuando no hay privilegios


El rico industrial del norte se horrorizó cuando vio a un pescador del sur tranquilamente recostado en su barca fumando en su pipa.
· ¿Por qué no has salido a pescar? – le preguntó el industrial.
· Porque ya he pescado bastante por hoy – respondió el pescador.
· ¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas? – insistió el industrial.
· ¿Y qué iba a hacer con ello? – preguntó a su vez el pescador.
· Ganarías más dinero – fue la respuesta. – De ese modo podrías poner un motor a tu barca. Entonces podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarías lo suficiente para adquirir unas redes mejores, con las que obtendrías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas… y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico, como yo.
· ¿Y qué haría entonces? – preguntó de nuevo el pescador.
· Podrías sentarte y disfrutar de la vida – respondió el industrial.
· ¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento? – respondió satisfecho el pescador.
Ya veis que a nosotros también nos puede pasar como al industrial, que queremos cada vez más porque creemos que así todo irá mejor: más dinero, más poder, más privilegios… y nos olvidamos de las cosas realmente importantes.
La situación mundial en la que unos pocos acaparan la mayor parte de las riquezas mientras muchos no tienen lo suficiente para vivir hace que no haya igualdad ni justicia. ¿Y para qué? ¿No sería mucho mejor que todos pudiéramos disfrutar con lo suficiente para vivir, eliminando algunos privilegios injustos?
Como mucho me atrevería a defender algunos privilegios: dar más oportunidades a las personas que tienen más deficiencias; prestar más atención a los que lo están pasando peor; tener especial cuidado con los más débiles…
De nosotros depende.

miércoles, 20 de febrero de 2013

No hay justicia sin igualdad



La pasada semana celebramos la Campaña de Manos Unidas, con la idea de reflexionar sobre otras formas de vivir distintas a la nuestra, sin tantas comodidades, sin tantos regalos y cosas materiales, sin tanta comida, sin tanta ropa para abrigarse y poder cambiarse a diario....y podríamos seguir enumerando muchas más cosas que son las que hacen que realmente no haya igualdad entre unos niños y otros, esto dependerá según el lugar en el que estén viviendo, pero lo más triste y lo más grave es que no hay igualdad tampoco entre los niños y niñas de algunos países. Por eso hoy vamos a pensar en esas niñas para las que aún hay menos igualdad: En estos países menos ricos, estas niñas van creciendo y se hacen mujeres, tienen más posibilidades de enfermar pero no siempre van a poder ir al médico si no las llevan los hombres. Cuando estas niñas vayan creciendo no van a poder ir a la escuela, tendrán que trabajar en sus casas y cuidar a sus familias: no hay igualdad entre niños y niñas, en algunos países, incluso no pueden salir de casa, tampoco tendrán dinero, éste será siempre para los hombres, por lo que no podrán comprar lo imprescindible para comer y vivir sin pedirle permiso a los hombres.
Por eso con esta campaña pretendemos buscar recursos para ayudar a las niñas de hoy que mañana serán mujeres, para que puedan ir a la escuela, salir de casa y hacer su vida como lo harían si vivieran en países más “ricos” y también para que los niños de hoy, hombres de mañana ayuden a que esto pueda ser así.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Plan de Mejora


Había en una huerta un grupo de tomates que vivían alegremente y se llevaban bien. Cada uno de ellos, les daba consejos a los demás para que madurasen de la mejor manera posible. Se decían unos a otros: ¡hoy necesitas la luz del sol para coger un buen color! ¡Pues hoy yo necesito humedad para estar bien jugosito por dentro!
Así, todos se aconsejaban y crecían sanos y maduraban sin problema. Sin embargo, uno de ellos, no quería escuchar a los demás. Pensaba que no necesitaba de nadie ya que él era un tomate esplendoroso. A pesar de los consejos y de los avisos que recibía de sus amigos, este tomate nunca cambió, encerrándose en sí mismo y consiguiendo que su interior cada vez fuese más duro y con peor sabor.
Llegado el tiempo, todos los tomates estaban relucientes y muy sabrosos, excepto aquél que se había negado a mejorar. No había madurado y tuvo que ser desechado.
En nuestra vida encontramos muchos momentos en los que necesitamos hacer una mejora. Necesitamos madurar e ir cambiando cosas en nuestra vida para ser mejores. A veces somos nosotros mismos los que nos damos cuenta  y en otras ocasiones necesitamos la ayuda de alguien que nos lo haga ver.
Proponte ser mejor, cambiar aquello que no te deja crecer por otras cosas buenas. Ponte manos a la obra ¡y a madurar!

miércoles, 23 de enero de 2013

El robo de la alegría


El malvado Nonón siempre había sido un malo de poca monta y sin grandes aspiraciones en el mundo de los villanos. Pero resultó ser un malo con mucha suerte pues un día, mientras caminaba despistado inventando nuevas fechorías, cayó por una gran grieta entre dos rocas, hasta que fue a parar al Estanque de la Alegría, el gran depósito de alegría y felicidad de todo el mundo.
Entonces Nonón, que además de malo era un tristón, pensó en quedarse para sí toda aquella alegría y, cavando un pozo allí mismo, comenzó a sacar el maravilloso líquido para guardarlo en su casa y tener un poco de felicidad disponible siempre que quisiera.
Así que mientras el resto de la gente parecía cada vez más triste, Nonón se iba convirtiendo en un tipo mucho más alegre que de costumbre. Se diría que todo le iba bien: se había vuelto más hablador y animado, le encantaba pararse a charlar con la gente y ... ¡hasta resultó ser en un gran contador de chistes!
Y tan alegre y tan bien como se sentía Nonón, empezó a disgustarle que todo el mundo estuviera más triste y no disfrutara de las cosas tanto como él. Así que se acostumbró a salir de casa con una botellita del mágico líquido para compartirla con quienes se cruzaba y animarles un rato. La gente se mostraba tan encantada de cruzarse con Nonón, que pronto la botellita se quedó pequeña y tuvo que ser sustituida por una gran botella. A la botella, que también resultó escasa, le sucedió un barril, y al barril un carro de enormes toneles, y al carro largas colas a la puerta de su casa... hasta que, en poco tiempo, Nonón se había convertido en el personaje más admirado y querido de la comarca, y su casa un lugar de encuentro para quienes buscaban pasar un rato en buena compañía.
Y mientras Nonón disfrutaba con todo aquello, a muchos metros bajo tierra, los espíritus del estanque comentaban satisfechos cómo un poco de alegría había bastado para transformar a un triste malvado en fuente de felicidad y ánimo para todos.

Autor: Pedro Pablo Sacristán

miércoles, 16 de enero de 2013

Año Nuevo, nuevos desafios


¡Buen día amigo! ¡Hoy vamos a hablar de los japoneses(¡!). A los japoneses siempre les ha gustado del pescado fresco. Pero las aguas próximas a Japón no tuvieron peces durante décadas. Así que para alimentar a la población japonesa, los barcos pesqueros fueron fabricados más grandes para ir mar dentro. Mientras más lejos iban los pescadores más era el tiempo que les llevaba regresar y entregar el pescado. Si el viaje llevaba varios días, el pescado ya no estaba fresco.
Para resolver el problema, las compañías instalaron congeladores en los barcos pesqueros. Una buena idea, ¿no crees? Así podían pescar y poner los pescados en los congeladores.
Con todo, los japoneses pudieron percibir la diferencia entre el pescado congelado y el fresco, y no les gustaba el congelado, que, por tanto, se tenía que vender más barato. Las compañías instalaron entonces en los barcos unos tanques con agua para los pescados. Podían así, pescar los pescados, meterlos en los tanques y mantenerlos vivos hasta llegar a la costa. Mejor idea, ¿no creéis?
Pero después de un tiempo los pescados dejaban de moverse en el tanque. Estaban aburridos y cansados, aunque vivos. Los consumidores japoneses también notaron la diferencia del sabor porque cuando los pescados dejan de moverse por días, pierden el sabor fresco…
Entonces, ¿cómo resolvieron el problema las compañías japonesas? ¿Y cómo consiguieron traer pescado con sabor de pescado fresco? Si las compañías japonesas te pidieran asesoría, ¿qué les recomendarías?
Para mantener el sabor fresco de los pescados, las compañías pesqueras ponen los pescados dentro de los tanques, pero ahora ponen también un tiburón pequeño! Claro que el tiburón come algunos pescados, pero los demás llegan muy, pero muy vivos!!! Los pescados son desafiados! Tienen que nadar durante todo el trayecto dentro del tanque, para mantenerse vivos!
Y tú… De cuando en vez, ¿dejas que algún tiburón entre en tu tanque, en tu vida? ¿para ayudarte a mantenerte vivo? ¿Despierto? ¿Ágil?