miércoles, 25 de enero de 2012

El pajarillo perezoso

Había una vez un pajarito simpático, pero muy, muy perezoso. Todos los días, a la hora de levantarse, había que estar llamándole mil veces hasta que por fin se levantaba; y cuando había que hacer alguna tarea, lo retrasaba todo hasta que ya casi no quedaba tiempo para hacerlo. Todos se lo advertían constantemente.
Los pajarillos pasaron todo el verano volando y jugando, y cuando comenzó el otoño y empezó a sentirse el frío, todos comenzaron los preparativos para el gran viaje a un país más cálido. Pero nuestro pajarito, siempre perezoso, lo iba dejando todo para más adelante. Hasta que un día, cuando se levantó, ya no quedaba nadie.
Como todos los días, varios amigos habían tratado de despertarle, pero él había respondido medio dormido que ya se levantaría más tarde. Ese día tocaba comenzar el gran viaje, y las normas eran claras y conocidas por todos: todo debía estar preparado, porque eran miles de pájaros y no se podía esperar a nadie. Entonces el pajarillo comprendió que por ser perezoso le tocaría pasar solo aquel frío invierno.
Al principio estuvo llorando muchísimo rato, pero luego pensó que igual que había hecho las cosas muy mal, también podría hacerlas muy bien, y sin dejar tiempo a la pereza, se puso a preparar todo para poder aguantar solito el frío del invierno.
Primero buscó durante días el lugar más protegido del frío, y allí, entre unas rocas, construyó su nuevo nido, que reforzó con ramas, piedras y hojas; luego trabajó sin descanso para llenarlo de frutas, de forma que no le faltase comida para aguantar todo el invierno, y finalmente hasta creó una pequeña piscina dentro del nido para poder almacenar agua. Y cuando vio que el nido estaba perfectamente preparado, él mismo se entrenó para aguantar sin apenas comer ni beber agua. Y aunque parezca increíble, todos aquellos preparativos permitieron al pajarito sobrevivir al invierno. Eso sí, tuvo que sufrir muchísimo y no dejó ni un día de arrepentirse por haber sido tan perezoso.
Así que, cuando al llegar la primavera sus antiguos amigos regresaron de su gran viaje, todos se alegraron sorprendidísimos de encontrar al pajarito vivo. Y cuando comprobaron que se había convertido en el más previsor y trabajador, todos estuvieron de acuerdo en encargarle la organización del viaje para el siguiente año. 

miércoles, 18 de enero de 2012

Paso a paso, aunque cueste

Cuenta la leyenda que Tamerlán, un rey tártaro, estaba desalentado después de haber sufrido una gran derrota. Tendido en su lecho, contemplaba ensimismado la lona de su tienda, considerando la posibilidad de abandonar el campo de batalla, o dejarse coger prisionero, para salvar al menos su vida.
Sus ojos se encontraban con frecuencia con una pequeña hormiga que trataba de subir una y otra vez por la tela de su tienda, pero resbalaba y caía. Hasta que, por fin, logró subir donde quería.
Tamerlán entendió entonces que debía hacer lo mismo: no dejarse llevar por el cansancio, por el desaliento, por el orgullo herido,... decidió comenzar de nuevo tras cada dificultad. Así pues, reorganizó su ejército, alentó vigorosamente a sus hombres, y consiguió una gran victoria.