miércoles, 27 de febrero de 2013

Hay igualdad cuando no hay privilegios


El rico industrial del norte se horrorizó cuando vio a un pescador del sur tranquilamente recostado en su barca fumando en su pipa.
· ¿Por qué no has salido a pescar? – le preguntó el industrial.
· Porque ya he pescado bastante por hoy – respondió el pescador.
· ¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas? – insistió el industrial.
· ¿Y qué iba a hacer con ello? – preguntó a su vez el pescador.
· Ganarías más dinero – fue la respuesta. – De ese modo podrías poner un motor a tu barca. Entonces podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarías lo suficiente para adquirir unas redes mejores, con las que obtendrías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas… y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico, como yo.
· ¿Y qué haría entonces? – preguntó de nuevo el pescador.
· Podrías sentarte y disfrutar de la vida – respondió el industrial.
· ¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento? – respondió satisfecho el pescador.
Ya veis que a nosotros también nos puede pasar como al industrial, que queremos cada vez más porque creemos que así todo irá mejor: más dinero, más poder, más privilegios… y nos olvidamos de las cosas realmente importantes.
La situación mundial en la que unos pocos acaparan la mayor parte de las riquezas mientras muchos no tienen lo suficiente para vivir hace que no haya igualdad ni justicia. ¿Y para qué? ¿No sería mucho mejor que todos pudiéramos disfrutar con lo suficiente para vivir, eliminando algunos privilegios injustos?
Como mucho me atrevería a defender algunos privilegios: dar más oportunidades a las personas que tienen más deficiencias; prestar más atención a los que lo están pasando peor; tener especial cuidado con los más débiles…
De nosotros depende.

miércoles, 20 de febrero de 2013

No hay justicia sin igualdad



La pasada semana celebramos la Campaña de Manos Unidas, con la idea de reflexionar sobre otras formas de vivir distintas a la nuestra, sin tantas comodidades, sin tantos regalos y cosas materiales, sin tanta comida, sin tanta ropa para abrigarse y poder cambiarse a diario....y podríamos seguir enumerando muchas más cosas que son las que hacen que realmente no haya igualdad entre unos niños y otros, esto dependerá según el lugar en el que estén viviendo, pero lo más triste y lo más grave es que no hay igualdad tampoco entre los niños y niñas de algunos países. Por eso hoy vamos a pensar en esas niñas para las que aún hay menos igualdad: En estos países menos ricos, estas niñas van creciendo y se hacen mujeres, tienen más posibilidades de enfermar pero no siempre van a poder ir al médico si no las llevan los hombres. Cuando estas niñas vayan creciendo no van a poder ir a la escuela, tendrán que trabajar en sus casas y cuidar a sus familias: no hay igualdad entre niños y niñas, en algunos países, incluso no pueden salir de casa, tampoco tendrán dinero, éste será siempre para los hombres, por lo que no podrán comprar lo imprescindible para comer y vivir sin pedirle permiso a los hombres.
Por eso con esta campaña pretendemos buscar recursos para ayudar a las niñas de hoy que mañana serán mujeres, para que puedan ir a la escuela, salir de casa y hacer su vida como lo harían si vivieran en países más “ricos” y también para que los niños de hoy, hombres de mañana ayuden a que esto pueda ser así.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Plan de Mejora


Había en una huerta un grupo de tomates que vivían alegremente y se llevaban bien. Cada uno de ellos, les daba consejos a los demás para que madurasen de la mejor manera posible. Se decían unos a otros: ¡hoy necesitas la luz del sol para coger un buen color! ¡Pues hoy yo necesito humedad para estar bien jugosito por dentro!
Así, todos se aconsejaban y crecían sanos y maduraban sin problema. Sin embargo, uno de ellos, no quería escuchar a los demás. Pensaba que no necesitaba de nadie ya que él era un tomate esplendoroso. A pesar de los consejos y de los avisos que recibía de sus amigos, este tomate nunca cambió, encerrándose en sí mismo y consiguiendo que su interior cada vez fuese más duro y con peor sabor.
Llegado el tiempo, todos los tomates estaban relucientes y muy sabrosos, excepto aquél que se había negado a mejorar. No había madurado y tuvo que ser desechado.
En nuestra vida encontramos muchos momentos en los que necesitamos hacer una mejora. Necesitamos madurar e ir cambiando cosas en nuestra vida para ser mejores. A veces somos nosotros mismos los que nos damos cuenta  y en otras ocasiones necesitamos la ayuda de alguien que nos lo haga ver.
Proponte ser mejor, cambiar aquello que no te deja crecer por otras cosas buenas. Ponte manos a la obra ¡y a madurar!