miércoles, 14 de diciembre de 2011

El robo de la Alegría

El malvado Nonón resultó ser un malo tristón con mucha suerte pues un día, mientras caminaba despistado inventando nuevas fechorías, cayó por una gran grieta entre dos rocas, hasta que fue a parar al Estanque de la Alegría, el gran depósito de alegría y felicidad de todo el mundo.
Entonces Nonón pensó en quedarse para sí toda aquella alegría y, cavando un pozo allí mismo, comenzó a sacar el maravilloso líquido para guardarlo en su casa y tener un poco de felicidad disponible siempre que quisiera.
Así que mientras el resto de la gente parecía cada vez más triste, Nonón se iba convirtiendo en un tipo mucho más alegre que de costumbre. Se diría que todo le iba bien: se había vuelto más hablador y animado, le encantaba pararse a charlar con la gente y... ¡hasta resultaba ser en un gran contador de chistes!
Y tan alegre y tan bien se sentía Nonón, que empezó a disgustarle que todo el mundo estuviera más triste y no disfrutara de las cosas tanto como él. Así que se acostumbró a salir de casa con una botellita del mágico líquido para compartirla con quienes se cruzaba y animarles un rato. La gente se mostraba tan encantada de cruzarse con Nonón, que pronto la botellita se quedó pequeña y tuvo que ser sustituida por una gran botella. A la botella, que también resultó escasa, le sucedió un barril, y al barril un carro de enormes toneles, y al carro  largas colas a la puerta de su casa... hasta que, en poco tiempo, Nonón se había convertido en el personaje más admirado y querido de la comarca, y su casa un lugar de encuentro para quienes buscaban pasar un rato en buena compañía. Y mientras Nonón disfrutaba con todo aquello, a muchos metros bajo tierra, los espíritus del estanque comentaban satisfechos cómo un poco de alegría había bastado para transformar a un triste malvado en fuente de felicidad para todos.
Nuestro malvado Nonón se convirtió en el más querido del lugar. ¿Cómo lo consiguió? Viviendo alegre y dando alegría a los demás. ¿Queréis lograrlo también vosotros? Pues estad siempre alegres, sonreíd a todos, ayudad al que lo necesite, acercaos al que está solo, escuchad al triste. Así os convertiréis, como Nonón, en los más queridos por la gente.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

El Leñador Honrado

Había una vez un pobre leñador que regresaba a su casa después de una jornada de duro trabajo. Al cruzar un puentecillo sobre el río, se le cayó el hacha al agua.
Entonces empezó a lamentarse tristemente:
-¿Cómo me ganaré el sustento ahora que no tengo hacha?
Al instante, ¡oh maravilla!, una bella hada aparecía sobre las aguas y dijo al leñador:
-espera, buen hombre; traeré tu hacha.
Se hundió en la corriente y,  poco después,  reaparecía con un hacha de oro entre las manos. El leñador dijo que aquella no era la suya. Por segunda vez se sumergió el hada, para reaparecer después con otra hacha de plata.
-Tampoco es la mía-dijo preocupado el leñador.
Por tercera vez el hada buscó bajo el agua. Al reaparecer, llevaba en sus manos un hacha de hierro.
-Oh, gracias, gracias! ¡Esa es la mía!
-Pero, por tu honradez, yo te regalo las otras dos.
Esta historia nos anima a todos a ser sinceros y  a decir siempre la verdad.