miércoles, 23 de enero de 2013

El robo de la alegría


El malvado Nonón siempre había sido un malo de poca monta y sin grandes aspiraciones en el mundo de los villanos. Pero resultó ser un malo con mucha suerte pues un día, mientras caminaba despistado inventando nuevas fechorías, cayó por una gran grieta entre dos rocas, hasta que fue a parar al Estanque de la Alegría, el gran depósito de alegría y felicidad de todo el mundo.
Entonces Nonón, que además de malo era un tristón, pensó en quedarse para sí toda aquella alegría y, cavando un pozo allí mismo, comenzó a sacar el maravilloso líquido para guardarlo en su casa y tener un poco de felicidad disponible siempre que quisiera.
Así que mientras el resto de la gente parecía cada vez más triste, Nonón se iba convirtiendo en un tipo mucho más alegre que de costumbre. Se diría que todo le iba bien: se había vuelto más hablador y animado, le encantaba pararse a charlar con la gente y ... ¡hasta resultó ser en un gran contador de chistes!
Y tan alegre y tan bien como se sentía Nonón, empezó a disgustarle que todo el mundo estuviera más triste y no disfrutara de las cosas tanto como él. Así que se acostumbró a salir de casa con una botellita del mágico líquido para compartirla con quienes se cruzaba y animarles un rato. La gente se mostraba tan encantada de cruzarse con Nonón, que pronto la botellita se quedó pequeña y tuvo que ser sustituida por una gran botella. A la botella, que también resultó escasa, le sucedió un barril, y al barril un carro de enormes toneles, y al carro largas colas a la puerta de su casa... hasta que, en poco tiempo, Nonón se había convertido en el personaje más admirado y querido de la comarca, y su casa un lugar de encuentro para quienes buscaban pasar un rato en buena compañía.
Y mientras Nonón disfrutaba con todo aquello, a muchos metros bajo tierra, los espíritus del estanque comentaban satisfechos cómo un poco de alegría había bastado para transformar a un triste malvado en fuente de felicidad y ánimo para todos.

Autor: Pedro Pablo Sacristán

miércoles, 16 de enero de 2013

Año Nuevo, nuevos desafios


¡Buen día amigo! ¡Hoy vamos a hablar de los japoneses(¡!). A los japoneses siempre les ha gustado del pescado fresco. Pero las aguas próximas a Japón no tuvieron peces durante décadas. Así que para alimentar a la población japonesa, los barcos pesqueros fueron fabricados más grandes para ir mar dentro. Mientras más lejos iban los pescadores más era el tiempo que les llevaba regresar y entregar el pescado. Si el viaje llevaba varios días, el pescado ya no estaba fresco.
Para resolver el problema, las compañías instalaron congeladores en los barcos pesqueros. Una buena idea, ¿no crees? Así podían pescar y poner los pescados en los congeladores.
Con todo, los japoneses pudieron percibir la diferencia entre el pescado congelado y el fresco, y no les gustaba el congelado, que, por tanto, se tenía que vender más barato. Las compañías instalaron entonces en los barcos unos tanques con agua para los pescados. Podían así, pescar los pescados, meterlos en los tanques y mantenerlos vivos hasta llegar a la costa. Mejor idea, ¿no creéis?
Pero después de un tiempo los pescados dejaban de moverse en el tanque. Estaban aburridos y cansados, aunque vivos. Los consumidores japoneses también notaron la diferencia del sabor porque cuando los pescados dejan de moverse por días, pierden el sabor fresco…
Entonces, ¿cómo resolvieron el problema las compañías japonesas? ¿Y cómo consiguieron traer pescado con sabor de pescado fresco? Si las compañías japonesas te pidieran asesoría, ¿qué les recomendarías?
Para mantener el sabor fresco de los pescados, las compañías pesqueras ponen los pescados dentro de los tanques, pero ahora ponen también un tiburón pequeño! Claro que el tiburón come algunos pescados, pero los demás llegan muy, pero muy vivos!!! Los pescados son desafiados! Tienen que nadar durante todo el trayecto dentro del tanque, para mantenerse vivos!
Y tú… De cuando en vez, ¿dejas que algún tiburón entre en tu tanque, en tu vida? ¿para ayudarte a mantenerte vivo? ¿Despierto? ¿Ágil?