Cómo vive José Mujica, el presidente “más
pobre” del mundo.
Nada en particular en la casa del
presidente José Mujica indica quien vive realmente ahí: un hombre con un pasado
de película que ejerce el cargo con más poder de Uruguay.
Al llegar a su chacra (casa) en una zona
rural de Montevideo, puede verse desde la calle ropa de Mujica y su esposa, la
senadora Lucía Topolansky, tendida al aire una mañana de primavera.
Está sentado a la sombra, a un lado del
portón de entrada. Viste un viejo pantalón de algodón arremangado, polo y
chaqueta deportiva. Su pequeña perra, mestiza y con una pata amputada, lo
acompaña, lo olfatea.
Suena un teléfono y Mujica saca del
bolsillo un viejo celular plegable, atado con una banda elástica. La banda se
rompe, pero el presidente le hace un nudo mientras habla. Y vuelve a colocarla
alrededor de su móvil.
“No me disfrazo de presidente y sigo
siendo como era”, comenta.
Su imagen no encaja necesariamente con la de un jefe de Estado del
siglo XXI. No usa Twitter ni correo electrónico y en su tiempo libre se dedica
a cultivar flores y hortalizas.
Dona casi 90% de su sueldo para caridad.
Mujica afirma que la austeridad es parte de una “lucha por la libertad”.
“Si tengo pocas cosas, necesito poco para
sostenerlas”, razona. “Por lo tanto, mi tiempo de trabajo que dedico es el
mínimo. ¿Y para qué me queda tiempo? Para gastarlo en las cosas que a mí me
gustan. En ese momento creo que soy libre”.
¿Qué te parece la forma de vivir de esta
persona? Estamos en Adviento ¿qué casa tuvo Jesús para nacer? Piensa un momento
si no te sobrarán muchas cosas en tu cuarto…
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