Érase una vez un pan
tierno, crujiente, de olor muy agradable y aspecto apetitoso. El pan se vio
rodeado de niños que tenían muchas ganas de comer.
Cuando el pan sintió
que le cortaba el cuchillo, no dijo nada, pero pensó... pensó que se moría...,
pero al sentir las manos y la boca de los niños se sintió alegre...
De pronto, el pan se dio cuenta de que no había muerto. Se había transformado en parte de Lucía, de Pablo, de Inés y de Martín. Los cuatro niños que lo habían comido.