Cuenta la leyenda que Tamerlán, un rey tártaro, estaba desalentado después de haber sufrido una gran derrota. Tendido en su lecho, contemplaba ensimismado la lona de su tienda, considerando la posibilidad de abandonar el campo de batalla, o dejarse coger prisionero, para salvar al menos su vida.
Sus ojos se encontraban con frecuencia con una pequeña hormiga que trataba de subir una y otra vez por la tela de su tienda, pero resbalaba y caía. Hasta que, por fin, logró subir donde quería.
Tamerlán entendió entonces que debía hacer lo mismo: no dejarse llevar por el cansancio, por el desaliento, por el orgullo herido,... decidió comenzar de nuevo tras cada dificultad. Así pues, reorganizó su ejército, alentó vigorosamente a sus hombres, y consiguió una gran victoria.
0 comentarios:
Publicar un comentario