El camino más
largo comienza con un paso, el árbol más grande con una pequeña semilla, el
libro más grande con una palabra, el cuadro más inmenso con una simple
pincelada…
Sí… no hay
nada grande, no hay nada importante que no empiece por algo pequeño. Así es la
vida!
Y esto, lo
pequeño, nos convierte en grandes poderosos, porque todos, tú también, podemos
lo pequeño; a lo mejor no podemos grandes cosas, pero podemos lo pequeño. Somos
poderosos… por lo tanto es necesario descubrir cuál es tu poder, cuál es tu
‘gesto’ para cambiar el mundo: contigo mismo, con los demás, con las cosas,…
piénsalo por un instante. Ponle nombre a tu poder, a tu superpoder, a tu
pequeño gran poder.
¡Sí! Tú
también tienes poder para cambiar el mundo y, como decía el Tío Ben a Peter
Parker en Spiderman, “todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”. En
tus manos está qué es lo que decidas hacer con tu poder.
Por otra
parte, todo lo pequeño, lo sencillo, lo humilde… es muy querido al Evangelio,
le es muy querido a Jesús. Así… la cuestión será qué gesto puedo y quiero hacer
yo para contribuir al cambio del mundo. El Dios de Jesús alienta y promueve en
nosotros la capacidad de hacer realidad nuevos pequeños gestos cada día para
cambiar el mundo.