¡Caramba, todo me sale mal! se lamenta constantemente Uga, la tortuga. Y es
que no es para menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus tareas y,
para colmo es una dormilona.
-¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis
compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.
- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no
es hacer el trabajo en un tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo
lo mejor que sabes, pues siempre te quedará la recompensa de haberlo
conseguido.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la
duda. La constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir
lo que nos proponemos; por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede
sorprender de lo que eres capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo
necesitaba: alguien que me ayudara a comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.
Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.
Se sentía feliz consigo misma pues cada día
conseguía lo poquito que se proponía porque era consciente de que había hecho
todo lo posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e
imposibles metas, sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a
lograr grandes fines.